Uno sabe que ha llegado el #carnaval por diferentes motivos: quieres disfrazarte, viajar, rumbear o debes comprar el #disfraz de tus hijos. Los orígenes del #carnaval en el mundo y la historia están estrechamente relacionados con la #gastronomía
Carnaval de Nueva Orleans (EE.UU.)
La ciudad más jazzística de la Tierra celebra este martes, 12 de febrero, su tradicional Mardi Gras, cuya traducción podría ser algo así como el martes graso.
Se supone que ése martes, anterior al Miércoles de Ceniza, era el
último día en el que los habitantes de la localidad más grande de todo
el estado de Louisiana podían entregarse tanto a los placeres culinarios
como los carnales –lo del folleteo lo llevan muy a gala a esa orilla
del río Mississippi. Si pinchas aquí
verás una selección de una de sus tradiciones más arraigadas: la
exhibición de tetas– No obstante, dejando a un lado el tema pechos,
Nueva Orleans tiene en los Pancakes su dulce de carnaval más típico, una variante de las crêpes
francesas, que los locales sirven con miel o crema de leche. Cómo será
la cosa que tanto en el eje Arkansas-Louisiana-Texas como en alguna
ciudad británica se celebran las llamadas Pancake Races, carreras pedestres con una sartén en la mano y una crêpe dentro.
Carnaval de Venecia (Italia)
El de Venecia es el carnaval
más lujoso y elegante de todo el mundo. Qué me dices de esas máscaras
rococó. Y esos trajes acharolados, dignos de la boda de Farruquito. Sus
orígenes se remontan hasta el siglo XV, cuando los nobles se disfrazaban
para mezclarse con la plebe, y en algunos casos beneficiárselos
sexualmente aprovechando la confusión –tampoco podíamos esperar menos
del país que inventó las orgías– En el caso de Venecia, su especialidad
gastronómica de carnaval también es un dulce. Se trata de los llamados Frittole, que son unos buñuelos elaborados a base de leche, harina, huevo, mantequilla, uva y piñones; aromatizados en grappa –orujo italiano–; y fritos en aceite.
Carnaval de Río de Janeiro (Brasil)
Si antes decíamos que el carnaval
de Venecia era el más elegante de todos, el de Río de Janeiro es el más
auténtico si nos remitimos a la esencia propia de la fiesta: paganismo,
hedonismo, sensualidad… Aquí la batuta la llevan las escuelas de samba,
y el universo carioca gira en torno al sambódromo o a los blocos da rua –grupos
musicales que tocan por la calle–, por donde transitan fluidos
corporales, bajas pasiones y, sobre todo, mucho baile. Debe de ser por
eso, porque el carnaval de Río es sinónimo de ejercicio –ya sea en
posición vertical u horizontal–, por lo que la gastronomía típica de
estas fechas en la tierra del orden y el progreso es mucho más calórica.
Los restaurantes de Rodizio, en los que, pagando una
entrada, puedes comer cuanta carne asada a la parrilla te apetezca, se
llenan en los días de carnaval de gambiteras y gambiteros en busca de
recargar las pilas intestinales, antes de volver a entregarse a la faena
dionisiaca.
Carnaval de Barranquilla (Colombia)
Uno de los carnavales
con más solera de toda América Latina es el de Barranquilla, en
Colombia. A diferencia de los europeos, los colombianos lo celebran con
un enfoque absolutamente caribeño, que lo convierte en un evento
colorista que adquirió en 2008 el título de Patrimonio Cultural
Inmaterial de la UNESCO. Desde esta humilde columna desconocemos si
existe algún plato de la zona encuadrado en los fastos de carnaval. Sin
embargo, si sabemos que una de las elaboraciones que aparecen en todas
las guías gastronómicas barranquilleras es el Sancocho de guandú con carne salada. Se trata de una sopa elaborada con el guandú, guandul o frijol de palo,
preferiblemente verde, acompañado de yuca, ñame, verduras, corte de
carne de pecho y platano maduro. Su sabor es dulce y bastante
condimentado, y en ocasiones se acompaña con arroz.
Carnaval de Niza (Francia)
El glamour casposillo que proporciona tener mucha pasta cobra vida en la Costa Azul, y más concretamente en el carnaval
de la ciudad de Niza, que cada año está simbolizado por un rey. Este
2013 será “El Rey de los Cinco Continentes”, y se prolongará desde el 15
de febrero hasta el 6 de marzo. El de Niza es un carnaval
mucho menos canalla que los de otras ciudades, más civilizado y, sobre
todo, más orientado a los niños. Y hablando de niños, y también de
gastronomía, no nos queda otra que mencionar como plato característico
de la zona la Ratatouille, que lejos de ser un ratón
cocinero es algo así como un pisto cuya diferencia principal radica en
la inclusión de la berenjena entre sus ingredientes.
Carnaval de Cádiz (España)
Y entrando ya en los carnavales locales, nos vamos directamente a Cádiz, el lugar donde las celebraciones paganas resultan más divertidas. A golpe de kazoo
y chirigota, los de la Bahía le pierden el respeto a todo lo que se
mueve, ya sea en el carnaval propiamente dicho o en su carnaval chico
–hay quien dice que éste es todavía más populachero y, en consecuencia,
más divertido– Si tenemos que destacar una especialidad culinaria de los
carnavales de Cádiz, ésa será sin duda la Ortiguilla,
un alga marina que en la zona próxima al Estrecho de Gibraltar se sirve
frita y aliñada con limón, como si de una fritada de pescado se tratase.
Incluso se comercializan en tiendas de congelados ya enharinadas,
listas para echar en el aceite.
Carnaval de Avilés (Asturias)
En Avilés, el carnaval –o Antroxu,
como se conoce la fiesta en bable– se celebra con el llamado Descenso
Internacional y Fluvial de la Calle de Galiana, que tiene lugar siempre
en sábado, y que consiste en llenar la citada calle de espuma y
descender por ella en diferentes “embarcaciones”, mientras el vecindario
pone tibios a los participantes regándoles con agua. Sin embargo,
además de esta húmeda tradición, el Antroxu asturiano tiene también arraigo el menú de carnaval. Allí, en estos días de febrero se sirve Pote Asturiano –el cocido típico de la zona, compuesto de fabes, berza, lacón, chorizo, morcilla…–, Picadillo –que no es sino la carne que rellena el chorizo adobada– y, de postre, Frixuelos –que, como en el caso de Nueva Orleans, son crêpes de ascendencia francesa– Un menú calórico para aliviar los estómagos de los rigores atmosféricos del invierno astur.
Carnaval de Verín (Galicia)
El carnaval de Verín, en Ourense –conocido también como Entroido–,
declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional, es una celebración
sobre todo participativa, que casi obliga a sus espectadores a tomar
parte en desfiles y comparsas. Aquí los protagonistas son los Cigarrones, enmascarados en cuya indumentaria destaca un cinturón de cencerros –o chocas–. Su cometido básicamente es servir de escoltas para la Reina del Carnaval. Igual que en Asturias, en Galicia el menú de Entroido
tiene en el cocido su plato estrella, acompañado de rabo, oreja o
lengua de cerdo, sin olvidar chorizo, morcilla y lacón. Los postres
tradicionales de carnaval son la Bica –elaborada con harina, claras de huevo, nata y anís–, las Filloas –de nuevo las crêpes– o las llamadas Orejas de Carnaval –una masa de mantequilla, harina, huevo y anís que se críe en aceite–.
Carnaval de Lantz (Navarra)
Tan colorista como el gallego, sobre todo por las máscaras y los disfraces, es el Carnaval de Lantz en Navarra, donde las estrellas son personajes a medio camino entre la mitología y la Historia de la zona, como los Ziripot, los Zaldikos, los Arotzak o el malvado Miel Otxin.
Durante estos días, los visitantes de Lantz pueden probar cualquiera de
los productos típicos de la gastronomía navarra, desde la Borraja hasta los deliciosos Espárragos. Sin embargo, si tenemos que decantarnos por un plato que nos alegre el intestino, tal vez tiremos hacia una buena Chuleta del Valle de Baztán. La calidad de los pastos de todo Euskadi le otorga a su ternera una calidad verdaderamente excepcional.
Carnaval de Tenerife (Islas Canarias)
No podíamos terminar sin pasar por el carnaval
más célebre de toda nuestra geografía, cuya temática este año se ha
focalizado en la India en general y en el universo Bollywood más en
particular. En Santa Cruz, como en Cádiz, la música es la que manda
durante las casi tres semanas que duran los festejos, y no hay un
tinerfeño que no se vuelque en las celebraciones. Más allá de tópicos y
de estereotipos, debemos afirmar que a los canarios les gusta comer
bien –tanto en cantidad como en calidad–, así que su menú carnavalero
pasa por platos tan contundentes como las Sopas de Miel –elaboradas a base de pan, miel de caña, canela y matalahúva– o las Tortillas de Carnaval –muy parecidas a las anteriores, aunque sustituyendo el pan por una masa de harina y huevo–.
Fuente: Extracto de reportaje extraido de http://www.achtungmag.com/carnaval-comer-gastronomia-revista-achtung/ escrito por Jose Sanz Mora